Parece que los factores económicos van orillando a las empresas a tomar medidas de control, solo así, medidas de control. Y por empresas me refiero a las micro y pequeñas ya que las empresas pequeñas y grandes tiene que hacer de estas medidas de control operaciones quirúrgicas.
Los hechos de la semana pasada, el peso sigue devaluándose frente al dólar, fuerte disminución en las exportaciones de autos y camiones, bancos que ofrecían mucho rendimiento, cierran y se van dejando a muchos ahorradores frustrados ante la incapacidad de recuperar sus ahorros afuera de las oficinas de Stanford.
El perfil de estos inversionistas defraudados se dejaron llevar por atractivos rendimientos, 500% más altos que los certificados de depósitos en cualquier banco estadounidense.
Los de Stanford ofrecían un rendimiento del 12% anual en dólares, en un supuesto instrumento sin riesgo; un certificado de depósito en un Banco en la Antigua. Este mismo instrumento en E.U., solo daba 2% al año.
Tengo muy presente la visita de funcionarios de Stanford a mi oficina promoviendo sus instrumentos de inversión, antes de abrir oficina en Puebla.
Por diferentes razones no acepte invertir, al ver tanta maravilla se me vino el recuerdo de mi padre cuando le ofrecían negocios, productos, mercancía donde se ganara mucho, mucho más de un promedio que su experiencia de muchos años de empresario constante y conservador le decía que no. Y como era un norteño muy sincero les decía: “A mí no me traigas negocios fáciles, los negocios fáciles no existen”.
En otras partes del mundo, como los anglosajones tienen una expresión similar para este tipo de negocios: too good to be true”, muy bueno para ser verdad”.
Los inversionistas como tal, tienen todo el derecho de buscar que les deja más por su dinero, solamente ellos sabrán hasta donde llega una buena inversión a pasar la línea de la ambición.
Las consecuencias de este tipo de fraudes son terribles, llega la desconfianza en general hacia los bancos, a la inversión y en consecuencia a guardar el dinero bajo el colchón, prefiere no recibir intereses, prefiere la seguridad de su dinero contante y sonante.
John Grisham, actualmente escritor norteamericano exitoso, se dedico a la abogacía antes de convertirse en creador de best sellers; y el a través de sus novelas nos relata en su libro titulado en español “La tapadera” (título original: the firm), como se vive el manejo de los grandes capitales, transferencias y viajes a una isla caribeña Grand Caimán de funcionarios de cuello blanco.
Donde la intriga es el acecho de la policía FBI a un funcionario que se da cuenta que hay fraude.
Luis Gerardo Inman Peraldi
24/02/09