El inicio de un negocio o emprendimiento no es fácil. Generalmente, vamos por las ventas para poder amortizar los gastos e ir en busca de las utilidades, permitiendo así el crecimiento a lo largo de los años. En este sentido, debemos partir de la premisa de que el socio fundador o Director General no puede, ni debe, saberlo todo, especialmente en lo referente al Capital Humano.
Un error que cometemos los empresarios/dueños es descalificar a algún colaborador porque no obedece tus órdenes o porque no hace lo que tú quieres. Se debe descalificar a tu gente cuando no logra los objetivos y no cumple con las metas previamente definidas. Esto lleva a que el Jefe o Director General declare que el colaborador es un inepto, lo cual provoca un desgaste hasta que finalmente el colaborador deja la empresa.
Desde un comienzo, el empresario debe contar con una buena dosis de humildad y madurez para crecer en paralelo con su Capital Humano (Equipo). Si además agregamos capacitación, seguramente se darán todos los elementos necesarios para sacar adelante la empresa ante circunstancias adversas.
Con el paso del tiempo, aquel colaborador que para un empresario era inepto, puede convertirse en alguien brillante para otro empresario. ¿Quién está jugando mal su papel en esta historia? El empresario que, desde un principio, no tiene bien definida su visión, sus objetivos, el conocimiento de su mercado, entre otras cosas, y que se deja llevar por la soberbia.
La soberbia es uno de los males empresariales que muchas veces no se identifica como tal. La soberbia te lleva a sentirte superior frente a los empleados, provocando un trato distante o despreciativo.
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