En las aperturas e inauguraciones de
empresas preparamos hasta el último detalle, nos llena de emoción, de júbilo,
de esperanza y de fe.
Con este espíritu de emprender, los
empresarios MIPYMES (micro, pequeños
y medianos) al igual que en las relaciones humanas, desarrollan un vínculo emocional con el propio proyecto,
donde se comprometen a velar por el crecimiento
y expansión del que ahora en
adelante será considerado su nuevo hijo.
Desafortunadamente en México, el tiempo promedio de
vida de los nuevos negocios es de dos años, según estadísticas de cada
10 empresas 8 de ellas terminan
cerrando al cabo de ese tiempo de haber iniciado operaciones.
Las principales causas de índice de
mortandad de las empresas pueden ser:
- Mala administración
- No tener o llevar un plan de negocios
- Falta de previsión financiera
- Ausencia de cultura empresarial
- Creerse Todólogo
- Falta de información adecuada en el tiempo preciso
En todos los casos, cuando se decide
cerrar un negocio, dar de baja la empresa y bajar la cortina, se produce algo
que se llama “dolor”.
El dolor para algunos va
directamente proporcional a los años que la empresa se mantuvo viva,
paralelamente también va ligado a la pérdida del capital inicial invertido y
peor aun cuando se queda con deuda a proveedores, al arrendatario, al SAT
(Sistema de Administración Tributaria), y desafortunadamente se le queda a
deber hasta la liquidación de los trabajadores.
Se dan muchos escenarios en donde el
dolor se prolonga y llega hasta la agonía en negocios que pasaron todos los
ciclos; el inicio, crecimiento,
estabilización, madurez y declive, se convierte esta última etapa, como dice la
novela del escritor Gabriel García Márquez “Crónica de una muerte anunciada”.
Es evidente que el empresario ya
sabe, presiente que el negocio ya está mal, que se deja de vender, que no hay
movimientos en inventarios, que hay espacios sin ocupar, que predomina el
silencio…
Los empresarios deben desarrollar
una inteligencia emocional a aceptar lo nunca deseado, la capacidad de aceptar SE
ACABO, pero más difícil aún, aceptarlo a TIEMPO. Ya que la diferencia puede o no aún salvar
parte del patrimonio que logró generarse cuando las cosas marchaban
adecuadamente.
Al compartir historias con algunos
empresarios, comentan… Si hubiera asimilado que la vida rentable de mi negocio
había llegado a su fin, el costo emocional no habría sido tan alto.
Los empresarios con madurez debemos tener la capacidad de separar el corazón de la realidad en los momentos de
crisis, ya que el combate interno a
aceptar el final y una resistencia prolongada, provocará un desgaste. Así
que entre más rápido lo asimilemos menos
desgastados estaremos y más rápida será la recuperación en nuestra confianza
para “VOLVER A EMPEZAR”.
Luis
Gerardo Inman Peraldi
05/11/2013
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