martes, 5 de noviembre de 2013

“EL DOLOR DE CERRAR UNA EMPRESA Y LA ESPERANZA DE VOLVER A EMPEZAR”



En las aperturas e inauguraciones de empresas preparamos hasta el último detalle, nos llena de emoción, de júbilo, de esperanza y de fe.
Con este espíritu de emprender, los empresarios MIPYMES (micro, pequeños y medianos) al igual que en las relaciones humanas, desarrollan  un vínculo emocional con el propio proyecto, donde se comprometen a velar por el crecimiento y expansión del que ahora en adelante será considerado su nuevo hijo.
Desafortunadamente en México, el tiempo promedio de vida de los nuevos negocios es de dos años, según estadísticas de cada 10 empresas 8 de ellas  terminan cerrando  al cabo de ese tiempo  de haber iniciado operaciones.

Las principales causas de índice de mortandad de las empresas pueden ser:


  • Mala administración
  • No tener o llevar un plan de negocios
  • Falta de previsión financiera
  • Ausencia de cultura empresarial
  • Creerse Todólogo
  • Falta de información adecuada en el tiempo preciso

En todos los casos, cuando se decide cerrar un negocio, dar de baja la empresa y bajar la cortina, se produce algo que se llama “dolor”.
El dolor para algunos va directamente proporcional a los años que la empresa se mantuvo viva, paralelamente también va ligado a la pérdida del capital inicial invertido y peor aun cuando se queda con deuda a proveedores, al arrendatario, al SAT (Sistema de Administración Tributaria), y desafortunadamente se le queda a deber hasta la liquidación de los trabajadores.

Se dan muchos escenarios en donde el dolor se prolonga y llega hasta la agonía en negocios que pasaron todos los ciclos; el inicio, crecimiento, estabilización, madurez y declive,  se convierte esta última etapa, como dice la novela del escritor Gabriel García MárquezCrónica de una muerte anunciada”.

Es evidente que el empresario ya sabe, presiente que el negocio ya está mal, que se deja de vender, que no hay movimientos en inventarios, que hay espacios sin ocupar, que predomina el
silencio…

Los empresarios deben desarrollar una inteligencia emocional a aceptar lo nunca deseado, la capacidad de aceptar SE ACABO, pero más difícil aún, aceptarlo a TIEMPO.  Ya que la diferencia puede o no aún salvar parte del patrimonio que logró generarse cuando las cosas marchaban adecuadamente.

Al compartir historias con algunos empresarios, comentan… Si hubiera asimilado que la vida rentable de mi negocio había llegado a su fin, el costo emocional no habría sido tan alto.
Los  empresarios con madurez debemos  tener la capacidad  de separar  el corazón de la realidad en los momentos de crisis, ya que  el combate interno a aceptar el final y una resistencia prolongada, provocará un desgaste. Así que  entre más rápido lo asimilemos menos desgastados estaremos y más rápida será la recuperación en nuestra confianza para  “VOLVER A EMPEZAR”.

Luis Gerardo Inman Peraldi
05/11/2013

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